NANA Y EL ICEBERG

Exiliado chileno en Nueva York, Gabriel McKenzie, de 23 años, tiene un grave problema sexual: el espectro de su padre, un Don Juan moderno que le hace fracasar siempre en el dormitorio. En la aguda comedia de Ariel Dorfman La niñera y el iceberg, Gabriel vuelve a casa con su madre con la esperanza de resolver su problema. Dorfman enreda maravillosamente esta historia con los entresijos de la política chilena posterior a Pinochet. Gabriel fue concebido la noche del entierro del Che Guevara. Al día siguiente, su padre apostó con su mejor amigo a que tendría sexo todos los días durante los siguientes 25 años, mientras que su amigo apostó a que se convertiría en el hombre más poderoso del país. Cuando Gabriel regresa a Chile, ambos hombres van camino de ganar. También es el año en que Chile se prepara para enviar un trozo de hielo de la Antártida a Sevilla para la Exposición Universal de 1992 (que realmente ocurrió). Nuestro héroe se involucra a sí mismo y a su familia en este proyecto políticamente delicado, pensando que poniendo a ambos padres en el barco recolector de hielo puede resolver su complejo de dormitorio. "Ese", dice Gabriel, "era mi plan para el éxito sexual; como en una loca película de Disney para niños, tenía que volver a juntar a mis padres". Por supuesto, sus problemas son más complicados que eso. A medida que Dorfman rastrea el viaje de Gabriel -en el que su antigua niñera está poderosamente presente-, da rienda suelta a algunos de los grandes temas de la política, la familia, la lujuria y la ira.